martes, 2 de marzo de 2010

Mariposa



El problema se ha cambiado
en la solución salina que el mar
deja en la espuma cuando
unas de sus olas se aleja.
Como de costumbre la respuesta
mas próxima esta en el siguiente
trago que la mariposa me ha dejado
en su polen. Son como espinas de cactus
que encajan en el hígado que se retuerce
con los movimientos de las estrellas
y la luna duerme. El cielo es del color
de las hormigas.

Sigo tomando aquel polen,
la mariposa ya no vuela
tiene las alas rotas, los
ojos en sus colores se apagaron.
Espero que mis manos fueses viento
y que no caiga al suelo y sangren
por que cuando eso pase todo el polen
ingerido se derramará en el pálido suelo
y caeré de nuevo en los brazos rotos
del pantano olvidado donde la mariposa
no soporta el agrio hedor que las
flores oxidadas sueltan cuando algún cuerpo,
tal vez el mío, se quede ciego y mis manos
como viento la lleve a donde realmente
no quiere ir.

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