jueves, 28 de mayo de 2009

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No saben donde van, pero el humo se dirige al pulmon, cabeza y consiencia. Durante horas, las flores fueron diluidas hasta al punto de la estatua de la plaza. Recorde la primera vez, esa vela pudriendose en la nada, en el saliva. Deformidad, una almuerzo desnudo bajo la luz de la vela blanca, volatil. Dos año, ¿tanto sirve?..parece una eternidad (te atendio el silencio) creo que si, el purpura vino sube, cristalino, sube. El sol no llega a esas flores, un sol artificial, sabiendo el orden de esas flores, tranquilidad. Todabia subia, desde el cemento. Una escalera, ni hacia arriba ni abajo, sino hacia nosotros.
"Podrias pasar por otras personas"

jueves, 21 de mayo de 2009

Of her milk

Cuando se te explota la cabeza, se traga todo tu mundo, todo lo que conoces se destruye en cada pensamiento. Se te va por un costado hacia ella, hundiéndose en los pequeños rayos de sol dentro del océano. Verde. En los espejos del cráneo yace un espectro mirándose los dientes, hablando sobre como mueren las personas en soledad. Fríos, bajo el primer rayo de luz. Luego al pasar las calles te acuerdas los pedazos de tu cabeza en la vereda, te ríes y lo olvidas. Entonces te arrepientes de no ir a buscarlos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Engaño

El timón en esa tarde regia un espantoso movimiento, mis brazos parecían romperse por la presión que ejercía la cuerda que me unía al timón. Lo veía a carne viva. Las olas carcomían mis respiros cada segundo. La ropa mojada me tiraba al suelo, quebrando mis tobillos. Unos minutos más y el barco se hundiría en la claridad de la tarde. Javier gritaba desde el mástil, divisando el horizonte, eran mudos considerando el pánico y la locura. Allá, en la línea de lo eterno, estallaban relámpagos estridentes que rebotaban en el tímpano dejando un perturbador eco. El panorama se disuelve en si mismo, como una gota de agua en un vaso lleno. Las botellas de vino enrojecieron una parte de la proa que permanecía inundada. Algunos hombres trataban de sacar los grandes charcos de agua roja con baldes, lo hacían repetitivas veces, obteniendo resultados nefastos para sus autoestimas. Pero lo seguían haciendo.
Javier parecía perturbado por algo, dejo de mover los brazos frenéticamente como lo hacia segundos antes. En este momento cualquier sentimiento percibido es valido. Se dio vuelta para mirarme, sus ojos trasmitían miedo. Me empezó a gritar, desde acá abajo no podía escucharlo.
-¡¿Que decís?! Parecía no escucharme, una conversación sorda. La primera vela cayo, golpeando el techo de la habitación de mandos. Ahora los relámpagos callaron un poco, pero el océano seguía golpeado el barco.
-¡¿Se escucha que?! La maldita llovizna tampoco me dejaba ver con claridad, seguro que el tampoco me veía.
-¡¡¡Se escucha las risas de las sirenas!!!
"¿Como puede escuchar con tanto caos?" Lo mire... ¿sirenas?...parece que perdió la mente en el océano. Su mirada era de angustia. Tiro algo al mar, parecía una pulsera, bajo del mástil rápidamente. Toco el piso, se resbalo por el agua y callo, entro en la habitación de mando en rodillas, sus piernas le temblaba por el miedo. Los demás que estaban afuera lo miraron e hicieron lo mismo. No veo la diferencia entre el adentro y el afuera, Si el barco se hunde moriríamos todos, parece que querían ver su muerte con los ojos cerrados. Pero yo no, siempre hay un segundo de optimismo, por eso me quede afuera tratando de llevar el barco a superficie estable. Las nubes chocaban entre si desatando aullidos secos. El océano no murmuraba en la oscuridad, para mi, no en la oscuridad. La tormenta, más allá de este, cualquier situación de peligro desata cualquier sentimiento. Un auto engaño. Tenia las nubes muy cerca, alce la mano derecha para tratar de tocarlas. Sentí un denso viento en mis dedos, la baje y tome nuevamente el timón. Sentía hundirme en la tarde. La débil luz de los relámpagos reflejaba mi cabeza, se traslucía en mi retina de por vida.
Otra vez los sentimientos, un acto de deformación, me sentí solo y en este punto perdido. También una angustia insoportable que empecé a llorar, desate la cuerda y me aleje del timón, más y más devorado por la lluvia. Trate de abrir la pequeña puerta de la diminuta habitación de mando, esta cerrada desde adentro, golpee con los puños cerrados con fuerza. Los nudillos empezaron a sangrar, apareció un rostro en el vidrio y me abrió la puerta. Entre y cerré en seguida. Todo yacía en silencia, otro auto engaño, se podía escuchar el leve arroyo que pasaba por arriba. Un sonido subía de frecuencia en la habitación, recorrió desde mi oído derecho hasta el izquierdo. Unas finas y relajantes risas, risas de lamento pero eternamente hermosas. Reían a carcajadas, estallando en la profundidad del océano.

martes, 5 de mayo de 2009

Achy

Entre las mentiras de los sueños, termino de levantarme a las cinco y media de la madrugada. Los gritos del fondo, en la tienda, difusa la mañana de neblinas. "¡Paren, la van a matar!". Luego de varios minutos, la lluvia limpia todo rastro de barro que me rodeaba el cuerpo. Sus gemidos secos se mezclaban con los calidos gritos de los niños, que jugaban en el jardín irlandés que tenía a escasos metros de la habitación.
-Sabes, he tratado de hablarte, pero tus ojos eran muy cristalinos que me pareció imprudente.
-Lo se. Pero, en mi sueños te alejabas, llevabas a tu bebe en tus brazos. La desesperación y la angustia era tal que pude olor mis lagrimas, y escuchar como chocaban en el suelo al caer. Te enojabas y te ibas, yo te buscaba. Más te buscaba, mas te ibas. Apareciste, luego de varias horas, tenias el pelo mojado y las ilusiones enredadas en el, con una sonrisa enorme, pero me encontraba viajando hacia Cáela, y las pastillas llegaban al muro de los ojos. Adentro mió. Te llamaba y me contestabas con hermosas sonrisas y por ultimo te despedías con un "chau, chau", cortabas y el presente era inexistente. Las noches frías viendo la lluvia tocar en tus parpados consumían mis recuerdos de niño, esos recuerdos que solo estabas vos...y los otros. ¿Recordás esas aburridas tardes de domingo? Aburridas sin fin, sin un proceso, sin mucho sol, ni poca nieve.
Anoche tuve un segundo de recuerdos, estábamos en la playa. Tus piernas traslucían la noche y la espuma del mar. Mis dedos estaban fríos, púrpura por el frió. No soportaron mas y cayeron, el retroceso de una ola se llevo algunos de ellos. Sentía una gran vergüenza que no te pude mirar a los ojos, esa noche no te los contemple. Caían pétalos desde ese árbol, era raro, porque estabas muerta, quemabas esos pétalos con la canilla abierta. Mis ojos no te vieron, pero igual sentía...sentía el silencio y el misterio de nuestras vidas.