miércoles, 26 de enero de 2011

El hombre que camino borracho con Bob Dylan en Square Garden

Mira como lo dicen sus amigos, “camino borracho con Bob Dylan por esas calles frías en square garden, venían de tres gramos de cal y una de arena”, el tipo tenia una aspecto similar al de Bob, colgaba con un traje negro y una corbata de colores psicodélico. Hablaba con una voz nasal casi diluida por los corticoides. Le grite “salud!”, levantando la botella de vino, madera originaria del triste bosque encantado. Sonrió como sonríe un sapo huesudo, apoyando sus dientes contra las encías de la mandíbula inferior y desplazando la lengua hacia atrás. Le pase el tinto y se sirvió en un vaso que tenia entre los dedos, luego me lo paso. Di un sorbo largo y cruce a la vereda del frente. Él entro a un auto negro, dejo el vaso en el techo del coche de clase media alta, abrió la ventanilla y lo agarro nuevamente, luego se sumergió en la oscuridad de ahí dentro. El auto permanecía inmóvil, yo seguía tomando vino, pensaba sobre esos tachos de basura anaranjados en las esquinas,
Ya m esperaba la poli y el “prip” de su radio, sin ojos y con un gran lanudo debajo de su horrible nariz puntiaguda, carroñero espécimen sostenido por una ley inexistente y un dios violento decayendo en un golpe seco sobre el hígado hinchado de un vagabundo que duerme en la calle. La metáfora del chaleco anaranjado se posa perfectamente, considerando que algunos tachos son quemados y destruidos, se los roban y lo usan como deposito de materia fecal…tomé otro sorbo y prendí un cigarro. El hombre salio del coche y volvió a la fiesta. Cerca los autos vuelan sobre la autopista, termine el vino en consecutivos sorbos profundos y entre. Había un patio donde podía pedir un trago y vacilar, pedí una chicha y me quede mirando el panorama. Ahí estaba una de mis mejores amigas, Maria Sol, jalaba éter, la manga del brazo estaba amarillenta, brindamos por el día que Kurt Wilkens mato al genocida de Varela, por la bomba que estallo en sus piernas, por los tiros en el pecho y brindamos por la sangre de Varela que ensucio las calles.
Me invito de sus flores, dijo que la genética era bueno, su nombre era ak-47, curioso nombre, su efecto fueron acertados por la muerte, o quizás, un corte de realidad. El lugar permanecía inundado de luces rojas, algunos árboles se desterraban desde los baños y los perros ladraban al ras de la música. Maria Sol había desaparecido durante la locura oxidada dejando el tucon de flores. Lo ví al hombre que camino borracho con Bob, me acerque, Salud!
-Un vaso de tinto por un trago de tu… ¿champagne?- le dije, me miro con desagrado,
-Un trago no se le niega a nadie- dijo sin creerse a si mismo. El champagne era bueno, muy bueno, no sabré nada de champagne pero lo disfrute mientras le parloteaba. En un momento de suma confusión me dijo:
-Soy músico, tengo una carrera en “niu llorc”, en el conservatorio del square garden conocí a muchos artistas, pero nunca creí que nadie haya creado algo tan innovador para esta época como yo. En su época lo hizo Bob Dylan pero luego la surtió con guitarras eléctricas y con sus músicos inyectándose cloruro de sodio atrás del escenario.-
-Yo también hago música o lo intento en mis términos. También escribo, siempre me gusto mezclar los colores, le da mas potencia y fluidez.- El hombre frunció las cejas, vocifero:
-Para mi nada de eso funciona, mis canciones hablan de ocasiones frustrantes y amores enfermizos donde el macho le hace mover el culo a la hembra, sin mezclar y siempre monótono, ya sabes, cerrar una vida de dinero, un hobby para satisfacer mis necesidades orgásmicas.- Tome un sorbo muy profundo de su champagne y se lo pase,
-gracias por el trago, un día debemos hacer música (en realidad no me interesaba hacer música con el).-
-Aceptado tu propuesta eh…
-Fabio
-Manuel
Nos dimos la mano di media vuelta y me aleje, encontré de nuevo a Sol entre la gente y las luces rojas, tenía una botella de vino, gritaba:
-Vamos Fabio, vamos a ver la banda, ¡pa´ bailar!-
El lugar era chico y lleno de humo, en una ronda la gente bailaba reagge. La banda sonaba bastante bien, el sonido, a pesar del lugar que era diminuto era bueno. Me prendí un cigarro y me quede mirando la banda, tenia la boca seca, la busco a Sol por un trago de vino pero otra vez había desaparecido con el humo de mi cigarro, debió saber que recordé a su madre dentro de mi cabeza. Las personas ahí tomaban alcohol blanco, el champagne me había entumecido la cabeza un poco, quería cerveza, en este estado no me importaba a quien le pedía un trago ni como, entre caras derretidas lo veo a Manuel, el hombre que camino borracho con Bob, con una botella de cerveza, se veía el hielo derretirse en su esbelto cuerpo, MY SHIT!, me acerque, le grite al oído:
-Doy gracias a dios por estar sin entender nada- Manuel me miro con indeferencia,
-No entendí lo que me dijiste-
-¿Me convidas un traguito de la chicha?
-No puedo, no es mía, sino te daría- Le dio un sublime y asqueroso trago en mi cara y se dio vuelta sin antes echarme una mirada desquiciada, como si quisiera reír solo. Le escupí el traje y salí de ahí. En frente estaba Sol en una sombra tibia, vomitando vino, tenia un cigarro en la mano, me acerque.
-¿Vomitando y fumando tabaco industrial?, tengo el tucon de tus flores- lo prendí, le di una seca profundo y mantuve el humo y se lo pase a Sol, fuma como una hermosa dama de las películas en blanco y negro, delicada en su sentido. Murmuro con saliva y humo verde en la boca:
-¿Qué tal el lugar?
-Esta bueno
-Yo no encontré a nadie…o si…no recuerdo-
-Conocí un tipo que dice que anduvo con Bob Dylan, borracho y drogado “en las calles frías del squar garden”, era un gillipollas, el cubo del jinete sin cabeza.-
Sol rió y me mordió el hombro,
-Para que sepan que alguien te muerde-
Nos partimos de la risa, siguió vomitando algo de vino, pensé, “si estuviera acá Bob le diría que se pagará una chicha, o quizás, habría que sacar las guillotinas de cada esquina”.

Vida despues de la muerte

Esperaba mi muerte en una llanura de algodón oscuro por la noche negra, el crepúsculo grisáceo se había escondido en las sierras, en la lejanía del horizonte donde las estrellas arden. Me había ido del pueblo donde nací, en donde encontraba que realmente no era para mi y los chacales merodean en las altas horas de la madrugada, donde salía a emborracharme tendido en los pastizales verdosos por el cielo. Me fui de un punto desconocido hacia, también, otro punto desconocido. Esperaba el fantasmal proceso de una melancolía oxidada, que susurra tristes melodías en Si mayor, ya con la carga de una desesperante vida deshecha en un camino de árboles torcidos y de lluvia de rayos destellando en lo profundo y podrido de mi ser. Me tiro por ultima vez en el pasto a ver el transcurro infinito de los pensamiento y espero a que mi aburrimiento crezca y termine de desaparecer tal como la noche en un amanecer silencioso y hipnótico. Aparecía mi último recuerdo, ultima sensación de bienestar. Triste recordar la tristeza del amor y la aceptación del otro y quizás, de uno mismo. Pasamos de ser como somos, sin la presencia de una mascara. Pero luego qué, cuando nos encontramos en una habitación oscura, bailando del frió, odiándonos en repudio secreto, el brillo se había apagado, en la primera fila, no sabemos como declarar culpable al responsable, pero no lo dijimos y tratamos de hacer cosas y decir algunas palabras para terminar de matrnos lentamente, desapareciendo en un manto de penumbra murmurándome “me das asco”, saliendo cada uno en una puerta diferente mientras la lluvia moja mis hombros y los charcos mis zapatos rotos, deje de recordar. Me acercaba a mi muerte silenciosa, en un yuyo al lado de un arroyito una voz emerge desde el punto desconocido donde intentaba llegar, una voz estridente desesperada se acerco a mis oídos, no entendía lo que decía, pero su voz era bella y somnolienta. Levante la cabeza en el viento del campo y mire al mí alrededor. Ella estaba ahí, levitando de la tierra, con una luz procedente de sus ojos que podía iluminar el cielo oscuro si quisiese. Tenia puesto un vestido hasta por debajo de las rodillas, blanco con rayas interminables negras, con zapatos rojos que calzaban como un cisne despegando sus alas al ras del arroyito (auto censura, mierda) Se acerco como la muerte misma me espera en un bar oscuro y lúgubre, cayendo constantemente el cielo raso en una lluvia de fuego. Me acaricia la cara, los labios, los parpados, abrió mucho mis ojos. Yo no soportaba de no estar de rojo, o algo parecido en el cuerpo solo nomás, una remera sucia por el vino y pantalones rotos, harapiento y con las manos vencidos. Ella sabia que no soportaba la apacibilidad de sus zapatos rojos, así que me agarro de la mano y caminamos delante de los sueños de una vida ilusoria que se apagaría tarde o temprano. Llegamos a un acantilado, no habíamos hablado en absoluto, solo era cuestión de mirarnos. Me sentía tremendamente triste de mi aspecto gris y sin vida aparente, ¿nada? Me tiro de la cima del acantilado, como un cuerpo letárgico caía golpeando la pared del gran tótem, en el transcurso de mi caía las piedras filosas me habían producido cortes en el cuerpo y empecé a sangrar. Termino tendido en una playa brillante casi en la orilla del mar. El sol de la mañana ilumino mis heridas, y algo de tristeza se había perdido en la sangre que se mezclaba con la espuma del mar. Permanecía boca arriba con el pelo mojado por las olas que rompían en mis pesadillas. Ella estaba ahí, como la vida y la muerte delante de los ojos, yacía desnuda, todavía tenía puesto los zapatos de taco alto que aparentaba ser soles en su mayor expresión en un mediodía calurosa. Su cuerpo era blanco sus pechos era firmes y su cintura parecía mezclarse en un viento fluvial. Su mera presencia me había excitado de una forma espectral. Ella vino hacia mí y se sentó arriba mío, se coloco en forma delicada y empezó a moverse. Gemía como un gato ronronea, la sangre se coagulaba en sus zapatos y corales de peces se pegaron en la suela de su zapato izquierdo. Las sombras de los dos mentían en todo momento porque no era mas que una luz destellante preveniente de sus ojos que acariciaba mi muerte. En una sincronización perfecta acabamos los dos, el sol orgásmico se tutelo en un mar enorme. Ella se levanto, algo de semen bajo por sus rodillas y sonrió al ver las gotitas transparente en la arena y desapareció cuando el sol tibio se poso en el centro del cielo y cerré los ojos. Todavía esperaba mi muerte silenciosa y profunda, la sangre se coagulo en todo mi cuerpo, espero y espero hasta que algo me alentara, estaba entre dos puntos desconocidos y no me importaba, realmente no me importa.

Una tarde antigua

Ví la luz entre las cortinas rojas de seda muy gruesa, el parpadea del viento en sus fibras y diminutos rayos de sol en su tejido. Es un momento de confusión solar y las gotas de agua brillando en el aire celeste, no puedo relacionar la palabra “capricornio” en esta realidad, no le encontraba sentido sus constelaciones y de sus millones de estrellas que arden en el universo. Repetía “capricornio, capricornio, capricornio” y nada venia a mi cabeza, en un profundo conciente irreal sabia el significado simbólico del Capricornio, luego de pregunte al buen Germán mientras corríamos espavoridos por el viejo que salio furioso con una Máuser recortado en el circo divino de plaza España.
Me consumía de cólera en esa cama oscura bajo el crepúsculo espectral mirando ese paredón que daba al patio, era enorme, ladrillos expuestos al atardecer. De sus roturas y fisuras aparentaban una escena en cámara lenta sobre una de pelea de toros en su peor estado, moribundos y con piquetes en la espalda, sangre brillante entre las costillas expuesta al crepúsculo púrpura. La luna trasforma la noche sin hacer ruido alguno, nubes tristes merodea el cielo eterno y puro, ¿Qué sabrá dios de nosotros?

jueves, 20 de enero de 2011

Mis propias penas*

*En un periodo otoñal y la constante melancolía oxidada causaron una serie de relatos escritos con la técnica del Cut up, para de algún modo explicar en imágenes, situaciones verdaderas de un realismo en funcionamiento. Las imágenes son casuales a la época, los personajes existieron en un pasaje de la imaginación marginal por fluidos dulce y humo verde. Al fin y al cabo, la ambigüedad de sentimientos e imágenes se interpone entre lo onírico y lo factible entre los personajes en sí.


El sonido al caer un papel


Parece que la vieja Kim tiene derecho a preguntarse, ¿para que sirve el otoño?, no sacara motivos para suicidarse ni tampoco la de su silla de tela. No pensar en esta pregunta. Eso es una luz propia de redes rotas. Calcular que hay debajo de los ojos en su ADN. Sentimos por su pena, una gran cosa que siente, percibe, retirarse. Mirar más ¿verdades? Acá estoy, siempre supe que Kim padece de fiebre. Lame mis huesos. Sedosa, brillaba en la arena la vieja Kim. Dos grandes bolsas oscuras flotan en endorfinas. Mancha de humo en el techo parece un sol muy desolado.
Tiene un ventanal en la sala, con el brazo tiende grandes copos de nieve. Sumerge los árboles en ruidos particulares, se difusa en coordinaciones perfectas en un cielo ciego y diccionarios de izquierda. Posee pulgares con algunas gotas que esconde por debajo de los cuadros, sirve otra copa de paralelos. Una mente posible, interpreta nieve-cae en los sentidos. Un gran sorbo de conflictos.
Días de lluvia crean espectros que suelen doblarse con el humo de la piedra gris que da el cielo, desinfectando cada sentido ausente. Mesitas urinarios. “El otro día agarre un vino por la mitad, parcialmente un problema”. Labios arena yace en el fondo de la suave botella.
Damas y caballeros tengo sus palabras en mis manos, “¿sirve la vida?”, humo dentro de miedo posesivo, será incierto. Posee trucos de climas templados. “Ahí viene el asunto sobre la mesa”. Paredes chinas invisibles. Fuma lentamente mierda, A veces la concha de humo en el techo no funciona. “Dejemos atrás los prejuicios devorados por felinos de sangre”. A veces las cosas que siente, percibe no funciona y crean mas verdades,

Entupido martes


Kim se despierta con el oxido sonido de los arroyos de mierda que corren por su cara. Infección intrapulmonar causado por sórdidos rayones de ruedas en el pavimento mojado. “¿Cuándo parara de llover?”, dialecta el vagabundo al traspasar la pantalla, despojándolo de imágenes rotas en cantaros de agua verde. Cierra la puerta con sus manos en inframundo, coloreando de tintes orgásmicos y dedos de que estrella en zonas erógenas de cuerpos azules y tiesos por el virus de Realidad.
Kim se desliza en caminos de mármol, lagunas de peces desorbitados latiendo en una serpentina línea de semen y huevos sin fertilizar. Pasa por la barrera de color ocre, madera barnizada que llega hasta los campos de concentración. “No parece demasiado lejos”, asistió Kim luego de cuestionar algunas preguntas sobre la carencia de cuerpo y alma, parece estar a salvo del Dolor y Miedo. Se desliza por un tobogán de papal picado que cae de la mesita de luz. Se sienta en la silla. Dos gatos se rasguñan los ojos de canica debajo de la cama. Parece haber un tercer animal ausente, que practica las ordenes de una doctrina de yeso blando y mascaras de neón de la vieja Roma. Ojos trasparente muestran sus cartas como bestias que son al salir al sol de la mañana. Se endurecen en gritos, espasmos transferidos con narices blancas y tiza púrpura. “La droga les han causado tumores faciales que estallan en fotografías otoñales y sabanas oceánicas que se derrumban con el constante latido de sus dientes” vocifero Kim enrollando un billete de dos pesos. La mesa es redonda y caen ojos místicos en relámpagos enfermos de muerte. Dilatación hormonal y caída de sublimes cartas quemadas por rayones de ruedas en días de llovizna otoñales.

Se me ha olvidado contar hasta diez


“Según estímulos de pantallas cristalizadas por montañas de ceniza que cayeron desde recuerdos olvidados, las células vivas se destruyen colisionando color infierno, ¿así debe ser, no?” Cajones de tiza ocre, disminuye el aire templado que sostiene el cuerpo lisérgico de la vieja, prudencia, Kim. Los siervos del monte explotaron en botellas de cerveza, “el constante vidrio cayendo” pensó, en voz alta, luego se arrepienta, Kim desgarra los labios, escupe glucosa metálica causado por el año 1917. Cocaína y destapa otra botella de vino.
Baila solo, Kim le da pena algo de sentidos eléctricos, el impacto de dos mundos destruyo los bosques que arden hasta el amanecer. Desliza el cuerpo en el aire “¿se quemará las endorfinas solitarias que bailan al ritmo de la Palabra?” Kim se sostiene del brazo débil de Camel. Camel solía usar gran cantidad de sombreros para borrar las miradas de porteros de plastilina con corbatas que caen en laberintos, imitando la apariencia de vasos de papel que se escapan por el medio de la mesa.
“Nada parece bonito, luego lo tratas de inyectar en los glóbulos de los ojos”, muros de recuerdo, sin color y miradas de peces sin rumbo a casa. “Nada es verdad, todo esta permitido” ultimas palabras árabes en reconquista por la antigua Mesopotámia. Eufrates inundando aldeas olvidadas, barrida de ciempiés perforando muros y torres. “¡Nunca vayan a Paris!”, desplomando de sentido al cenicero que arde en la cama. Kim le servio otro vaso de vino, corto algo de papel metálico. Pequeños bazos intrapulmonar cayeron en un goteo constante aparentando un muro de océanos cansados y dormir por millones de años.
“¡Capitán, el barco se hunde por proa1” El capitán Valderrobles se olvida la nariz en la mesa redonda. (¿Qué tiene meterse una raya de coca?...si es poca) Los gatos debajo de la cama pararon de rasguñarse los ojos místicos y emplearon redes de araña, cruzando El Cairo (océanos tapan pantallas de lagrimas) hasta Cuzco. Grandes bocas de agua oscura devoran el inoxidable metal que carcome el dióxido de carbono. Un marinero de tumores faciales parpadea cristales de nieve, extiendo un tentáculo violeta hacia la botella de vino, vocifera desde sus ninfas que cuelgan de sus ojos “debemos vivir sin oxigeno, el dióxido carbono no nos vendrá mal” Bandera de simbolización primitiva. Mono ve, mono quiere. El sol no sale, manchones de sangre en una pequeña porción de océano, el hombre pataleo como presa moribunda, cadavérica, el tiburón alzo sus dientes en su torso, desgarrando el brazo y también gran parte del corazón. Desinfectación de endorfinas disuelve labios viejos, diluyendo pedazos de mariposas antiguas en enfermedades benignas sobre el virus de Realidad.
“Ha pasado una semana tranquila, pude abrir los ojos sin tener espasmos mudos y carne podrida sobre la cama” Los gatos saltaron a la mesa, desplazaron las vanidades de los cuerpos vencidos por venenos para rata (comienza por tuberías y luego va hacia sus estómagos). Ahí dentro parece una pecera de aire y afuera el océano devora el cristal deslizando los huevos fertilizados en las glándulas de los felinos. Los tigres los han encontrado pero no les importa, finge que les importa. “Volveré el domingo”. El cuarto esta oscuro, la diminuta figura casi invisible en sombras de Kim sumerge un sueño por debajo de su garganta. El océano esta en locura dilatada, borrando la proa y parte del cielo rojo blanco de las sirenas. Kim se desliza por la puerta, termino de fumar el nevado y volvió a su casa, orgullosa de crear pantallas similares con grandes diferencias que llenan sus ojos hasta rebalsarse. Comió una mandarina del 1914 y espero sentada hasta que la tormenta pasase. Esta lejos, donde los tulipanes crecen en el desierto, Parece de estar mejor, afuera, a través del ventanal, los copos de nieve cubren los pinos antiguos. Alza otra copa de seda china, expulsión de chocolate. El desierto dilata los ojos, acá a la vuelta se ven los oasis, solo los camellos moribundos llegan ahí. Espero un rato más.
El marinero y el capitán se hundieron con el barco esta tarde, los ojos de los gatos también. Esperaron anestesiados en fotografías quemadas y flores marchitas. Una mano blanca les absorbió los labios. No aguantaron más que diez segundos.

Gesto absurdo


Solo hay que informar cristales de terciopelo vagamente barridos por ríos de endorfinas tan hermosas que Camel tantea en la pared Melancolía, sobresalía por ramas que protege su cerebro. Profundos mares de espectros oceánicos y la llovizna era en la cocina. Parecía Kim deslizarse por almohadillas en sus pies, en la zona de sonidos de uñas. “Los pies todo lo pueden”, murmura Kim. Una gran mano revolea caballos moribundos y las nubes de noche. Soltó algo de color infierno, solo con las basta presencia de Camel. Saborea su calidez emocional. Los estruendos de los ojos desprende pequeños rayos, “me gusta verte”, vocifera Kim. El frió ceso por un momento, no eran mas de las siete, Kim se extiende en la cama que flota en un sueño lucido que se vuelve de tal esplendor. Camel se rasca los ojos, trata tal vez, de quitarse las realidades de noches cadavéricas. Kim mantiene los labios abiertos vagamente. Era unos de esos días como de laberintos de arena, rodó en la noche en silos de sal. “Hasta mis propias penas causaron problemas” rió Camel, que es devorado por la espalda de Kim, es visible, en el cenicero había pupilas de estrellas, flores inmóviles y humo vaginal. Algo de agua, “que vida condenada” dijo Camel, Kim apoyo su garganta ante Camel. Arriba, el olimpo desaparece de la vista de su cintura. Galaxia de existencia en las paredes de piedra, la ventana empañada. “Así, es una vista tan hermosa” dijo Kim, paso por desapercibida. Camel se sumerge en las montañas que realmente fue horrible, “Siempre tus pantalones vaciaron las realidades” dijo Camel. Se apoyaron en la pared de invierno en la cantárida, ojos de Camel. Simple como un anillo, “alguien me dijo que sos como mi alma” Peces constantes y el frió congela dulces, crujen orificios que emergen de la leña iluminada transparente. Las llamas de luz, el cigarro. Dedos con dedos quemándose. Permanece una neblina perturbadora yendo al suelo. Endorfinas rosadas. Salio repentinamente hacia Paris, ojos en el techo, nos ven así.
Kim se desplomo en la cama, desnuda, sin dejar siquiera el ¿amor? Camel ve como se aleja, Kim se asoma, susurra “te dibujaré” y los grandes ojos aparecieron por momentos de vida expulsando paisajes de tulipanes congelados, son sumergidos por Kim. Aleja los recuerdos, ojos estrellas y hojas esparcidas por la fina película violeta y roja. Kim vuelve a la periferia en donde merodean caballos saltarines, vidrio cayendo lentamente. Monto sobre los dedos erógenos de Camel. Los pies se movían con gracia, Camel rasguea cuerdas bocales de manzanas que rodean en muecas de alegría.
Kim trata con los dedos pintados, dos ojos en el cielo desprende el botón del pantalón, ve luz que renace en la habitación, algo de sol nocturno. “Me gusta las manos en la entrepierna” vocifera Kim. Sentados en un banco transparente, una neblina china cruje en dibujos otoñales, mechones de pelo se desprende de arriba de los ojos de Camel. “Si, puede morir siempre” declara Kim, Camel vuelve a Kim y se hunde en su cintura, dedos quemados. Kim se despide con sórdidos besos eróticos, se disuelve en palabra Melancolía, echa un vistazo por el ventanal y se diluye en un paisaje muy hermoso.

miércoles, 5 de enero de 2011

Desde lo mas profundo

° Esperen
Esperen hasta el próximo domingo, con hedor a muerte en las alcantarillas, un latido profundo de frio supera la apacibilidad del corazón, y nos dice que tengamos calma a aquello que llega. Que lo mejor está por venir, pero somos tan tangibles como el viento, que empuja un humo grisáceo dilatando los ojos, extinguiéndose sobre un realismo en funcionamiento. Pero nos susurran de nuevo, mientras los pies de las personas se mueven por ahí, y las luces se enciende y todos callan a la ausencia de algún fantasmal charco de vomito rojizo, parecían tan tranquilos bajo la sombra del mundo, pero allá están de nuevo, tan lejos de aquí, tan parecido a nuestras almas, como dije, extinta de algún realismo en funcionamiento.

° Frío
Estúpida cuidad, nos alimentamos de ti, de todo que nos trajo tus sucias calles, en tantas plazas enrejadas buscando alguien para compartir un brindis, de reírnos tan bien de la vida que la señora muerte tendrá miedo en recibirnos, ¿Por qué no? 2% de Lidocaína, una burbuja de acido sulfúrico, extraída de un médano térmica de terciopelo. Ya esperamos mucho tiempo que algunos pensaron nuestras vidas y cada pensamiento obsoleto del cerebro, luego de pensar durante un concurso de sorbos de alcohol etílico en una noche de primavera, escondiéndonos de todos ustedes que espiaban en la ranura rota del baño, como el viejo que tiraba a la suerte, se tomaba parte de su cara reflejada en un cristal de papel escapando del frio cadavérico de una noche de invierno. Yo no entendía a ninguna persona que rodeaba mi cuerpo, estaban cada vez más sordos y sus palabras retrocedían en una forma estúpida y deforme.

° Psiquiatría
Jim lo leyó en el diario de la mañana, ya había tomado casi todos los antidepresivos del botiquín, yacía sobre la silla como un muñeco de madera sin percepción a nada en sus sentidos. Llega Carolina a casa, igualmente como a Jim, padece más muerta que viva, tira el bolso al suelo y revolea una botella de vidrio en la pared, estalla y vuelan pedacitos de vidrio en todo el cuarto. Se acerca a Jim,
-sé que ayudas a tu amigo, lo siento, condenaron a un pobre siervo de Dios, acá hay una petición para tratar de bajarle las dosis de astilleros sobre la vena del brazo desnudo…
-nada de eso, lo condenaron bien, tenían todas las razones para hacerle lo que sea…
-pero no tenían ningún derecho de hacer eso, sus hijas no debieron ver su video de una obsesión social igual, muchos fluidos en su contenido, saliva violácea en las profundidades de su víctima…
Jim firmó la petición con un lápiz, Carolina ceño las cejas, dijo,
-es igual de estúpido firmar ¿no?
-Solo ayudo a mi amigo, lo pudieron hasta colgar en una teatro del centro, delante de miles de hombre de sombrero y zapatos lustrados, espasmódicos impacientes por el show…
-¿crees que es estúpido?-, Jim como pudo, logro pararse y salir de la habitación, antes de pasar por la puerta murmura con voz alta y suave, “No”.