miércoles, 22 de junio de 2011

Platon nunca lo hizo

veo penetrar un alfiler de gancho en su estomago
pienso en lo que deberia hacer
con todo
este globo de endorfinas
veo su deformidad sobre todo en sus
ojos, parece que ella mismo dibujo
sus mutilaciones, yo tenia un vino en el
bolsillo, derramando en toda mi garganta
es un vino bueno, con sabor amargo y fluidos
inexistente en mis venas.
Ella moja mis dedos, y gotea en la arena,
y hace un ruido deslumbrante, miles de sirenas
en coro sobre las rocas marinas, nos deformamos
de dolor y vino. El contorno de nuestros cuerpos
se distorciona, es estupido todo esto, todo terminara
en un charco de fluidos tibios. el baño inundado de hedor
a vomito y toxinas. las viboras parecian picar nuestras
extremidades, pude matar algunas con mis zapatos,
su sangre se asemeja a la cerveza, no me importo,
tome algo de la sangre de vibora, enganche mi labio en
un alfiler que cuelga de su estomago, lami esa carne
amarillenta, ella busco en mi pecho, pero solo encontro alquitran
y hormigas. entre un manto negro y el concierto de motores oxidado
el ruido que destila las cajas de musica rotas, el hombre riendo como
cerdo, el ruido de las lagrimas cayendo al suelo
estire la cabeza
el labio se abrio
algunas gotas salpicaron el higado de ella, y luego dejo
de sangrar y me alejo
era mejor asi, ya podia escuchar un golpeteo dentro
suyo que quizas nunca pueda desprendermelo.

lunes, 13 de junio de 2011

Sin razòn

Tengo el primer recuerdo presente en algún lugar de la cabeza, pero fueron las noches claras donde me puse a navegar dentro mío, deje de lado a los insectos que salían de mi mano. Tan solo tenía dos años, los gatos siempre supieron como desprender ese aroma, tal como hacen las sirenas, y te llaman y de algún modo te llega al alma, mas allá de los brazos del alma, ¿tengo un alma?, ¿el alma tiene brazos? ¿los gatos creerán todo eso y se hacen los inentendidos o tan solo tratan de vivir?, como deberíamos hacer, ellos son como una constante lavadora que limpia el denso aire, una técnica milenaria de los estos felinos eran de trasformar un pedazo del tiempo en una rica sustancia que les ayudaba a trasformar la débil visión-realidad en un mundo de posibilidades, todo es posible dentro de sus ojos. Tan solo tengo dos años, gateo como una tortuga por el piso de madera algo podrida por la lluvia que cae desde los agujeros del techo, pero hoy tenia ese color claro como las de las cucarachas, el sol acompaña el danzante movimiento de la gata, Michica se llama, se poso en el pedazo de sol latente que gotea en el suelo. Michica es una gata con algo extraño, como una dama antigua, de color negro y blanco, el hocico rosado y ojos amarillentos con una línea negra como una constelación apagada. Me acerque con la curiosidad de una araña cuando la tela vibra al unísono, me senté al lado de Michica y la toque, ella respondió con una cara de malestar y gruño, sabe que no soy nada para ella, solo soy una señal de lo que vendrá luego, se aleja por la habitación, mueve sus patas como se traslada una estrella en el cielo. Tiene el pelo mas suave que jamás había tocado, corto en mantos de crepúsculos boreales. Michica vivió muchos años con mis padres, es una dama oscura, hay miedo en la juerga, pero Michica siempre durante las noches duerme en la oscuridad del pasillo de adelante, como la misma noche posa en el océano, mi madre la quiere mucho, tiene un amor extraño, como una reliquia olvidada que cuando uno la mira siente que hizo algo bueno, y suspira satisfecho, a veces se enoja mucho y la golpea con la hojota, Michica tiene sus rayes, como cualquier ser pensante, es como un ente mágico que cuida a todos. Suspende su cuerpo en la oscuridad, sin poder verla, sus ojos iluminados, lienzos fosforescente parpadean en la noche, mira desde el pasillo de la puerta de entrada. Tan solo tengo dos años, que bueno que todavía existan cosas que puedan hacerte dejar de lados los insectos de la mano.