martes, 22 de septiembre de 2009

Blanca

Suelta esas lagrimas

a la deriva

sécalas en la dulce

pared del olimpo

te susurraré algunas

palabras en muros

y los sentimientos

en columnas de neón

deja que el río se lleve

el pétalo y guarda

el resto de la flor en tu bolsillo

al menos, que se derrita

en tus dedos y caiga con

gracia en tus zapatos de terciopelo

viernes, 18 de septiembre de 2009

Sunday Morning

Los gatos corrían en la terraza, arriba de mi rostro destruido, el delicado ruido se torna insoportable, inhumano, diría como una de las mejores torturas sin producir sangre.
Trate de levantarme de la ruidosa cama, pero el dolor de cabeza, las vagas alucinaciones por la intensa fiebre me aplastaba en un ritmo inútil, vegetal. El techo se hundía en un punto color espejo, en espiral en forma de un gran reloj de metal, como los viejos relojes del 1900. No había nadie, el perro se rascaba frenéticamente debajo de la cama, reproducía una especie de gemidos de dolor, pero se sostenía en la visión del placer, me miro bajar de la cama, movió pálidamente la cola, luego volvió a la oscuridad del piso de madera, debajo de la cama. Odio este lugar, odio el lugar donde, en segundos, tengo que ir. Prendí un cigarro en el patio, me ahogaba en el humo gris del cigarro en el cenicero, pero igual ahogo aquel humo en mi dos pulmones, nuestro dos corazones. Fui al baño para bañarme, deje caer millones de gotas en el mármol transparente de la ducha, el denso vapor tapo el espejo y mi vista. Mi cuerpo caía como un rompecabezas en la lluvia, abrí el agua fría, o sino tendría que conseguir mas toallas para secar el cerebro cuando se derritiese y saliera de mis orejas.
Me prepare un té, de eso baratos que tiene sabor a cartón viejo, lo acompañe con unas galletitas, no puede terminar el té ni las galletitas. Era tarde tenia que salir, ¿Adonde?...no tiene sentido, un domingo al mediodía, tome el colectivo en la esquina, viaje todo el trayecto parado, el sol carcomía mi rostro destruido, me daba un intenso dolor de cabeza, creo que lo dije murmurando: "ni el sol sabe donde esta parado"

jueves, 17 de septiembre de 2009



Me sentí estúpidamente enfermo, adelante de una maquina escribiendo una respuesta a una pregunta que no logro recordar.

martes, 15 de septiembre de 2009

Desaparece y Aparece

Cuando quieras desaparecer, requiere a algunos amigos, que vuelen directamente como la música. Desásete de la colilla del cigarro que sigue quemando en tus dedos, apágalo en las sabanas de la cama, nadie lo notará, nadie lo verá, ya que te esfumaste como la ultima línea de humo en el aire. Compra algunas cervezas, desaparece ante los ojos de Dios, hunde aquel liquido agrio en tu boca, y luego emborráchate con las demás botellas. Los pies se destierran del suelo, enrolla tus flores en un papel transparente como una sonrisa, o como una lagrima que gotea desde la hoja: "Se aniquila la barbarie de los aborígenes en el Sur, el monumento de hierro podrido lo confirma todas las tardes. De noche, a veces." No dejes rastro de lo sucedido, conserva tus pensamiento en tu cabeza, aunque hiera y sangre la muñeca. Suéltalas hacia la ausencia de los gobiernos y/o escuelas-empresas (Circuitos vacíos, sin rumbo a casa) que detonan el tiempo-espacio, destruyen el cielo y el infierno transformando los vicios de la humanidad en este pedazo de tierra que cae desde la mesa, en trozos de papel disparejos. Conserva tus pensamientos y desátalos en una hoja, escribe tus palabras sin pretender nada, ya están acá, diluyendo el aire impregno de basura. Corta las ramas que te impiden caminar, observa las estrellas, observa como tu cabeza se rinde en el cielo y empiezas a derretirte como un soldadito de nieve al intenso sol, los edificios de los alrededores empiezan a declinar, golpean con el aire. Todo retorna en el yo-inicial, en aquel jugo gomoso que observa la eternidad. El impacto será desvanecedor que los unicornios surgirán de aquella masa, retorciéndose por las ráfagas de aire que vuelve a circular por tu cabeza. Aparece. Siéntate en un rincón, toca el piano, con belleza, tócalo con furia, descarga lo sucedido, desata los nudos de las hojas escritas con tus palabras. Aparece. Toca hasta que tus dedos sangren, que caiga gotas púrpuras de tus ojos, empapando las teclas blancas y negras. Mira a tu alrededor, mira como duerme, mira su rostro placido, aparece, mírala y no la dejes de mirar.

martes, 8 de septiembre de 2009

No le digan, en la cara de la luna*




Crujían las noches durante toda su vida, la lluvia cae como la única luz que la ilumina como cristales cayendo en el auto contra sus sueños. En cada sonido fugaz, opaco, que estabiliza al tabaco, en su labio, en la cara de la luna. Enciende sonoridad, recuerda los holandeses, lo sueña cada vez, lo recordaba, en el día, de un modo feliz, con esperanza.
Camina con su hija de doce años en la vereda. Encuentra en la luna un cigarro, lo pretende apagar, escucha a los peces reír, empapados, soporto un rato mas las suaves y pequeñas risas. La misma noche, Rita, pareció escuchar el penoso sonido de ninguna respuesta. Es vacía. Mete la llave en las nubes que se acercan, oye el precario toldo que camina delante de los ecos de las ruedas. Conoce al dueño de tales maquinas. Rita sostiene algunos problemas, mientras el pavimente se humedece delante de su hija y su mirada perdida. Se echo en el parque, las siluetas claras, indiferente, solo maquinas. Le dio tres secas y saco el despertador, tuvo un impulso, lo apago en la botella, lo dejo derritiéndose en el patio, tomo un poco de vino y lo dejo en el piso, en la oscuridad del patio. Nerviosa dijo: "¿Porque el perturbador sonido proviene de su oreja?", Los cristales caen, realmente, se hunde, en la arenilla fina de la luna, como en cada botella al romper. Sus ojos son marrones, una luz opaca lo ilumina, ahí adentro es insoportable. Las estrellas emanan una neblina brillante, tan blanda como los sentimientos, vacía retirada de la oscuridad. Vacía en las estrellas, como ojos en los desiertos grises de su cabeza, la música cae en el desierto de su estrella, murmura. Toda la vida imagina, sonriendo, la única luz que ilumina en su sueño lúcido, en cada espejo precario de los siniestros mármoles blanco del piso, espera un día real con un traje ridículo, con un muñeco de madera que murmura pocas palabras. Afuera, la cuidad arde, siente el aire fresco y realmente entusiasmado dice sin palabras: "No le digan a nadie que estamos así". "Discúlpame, rara vez toco el piso de noche", recordó al holandés cerrar sus ojos entre el meo de los perros caídos en el pavimento húmedo de la Normalidad. Sopla verdaderamente fuerte ante sus ojos. También recordó, la boca del holandés cosida con los cristales del cuerpo. Rita se toca el bolsillo derecho, aplasta una cucaracha, ahí adentro, el aire se agita, se vacía en la oscuridad, enciende su sueño lucido, silencioso, de un color opaco muerto, envolviendo en una neblina brillosa. Sintió el aire fresco que la ilumina, indiferente, como tales maquinas.

*El siniestro metodo del cut up, durante el fresco aire de la canilla abierta

domingo, 6 de septiembre de 2009

Sniff...sniff

Primavera. Sonó desde aquella vieja radio, debajo de algunos paquetes de cigarrillos y de ceniceros hechos de tiza, las oxidadas bicicletas y del otro lado una puerta blanca dando a un paisaje destruido, jamás visto, donde dormían las almas de las palomas. Las gotas del desagüe golpean con el cordón de la vereda, rugiendo en espasmos a los gatos que buscaban caminar las calles en los tejados de las casas bajas. Uno salió por debajo del vidrio, entre la mesa y el patio, tenia un traje marrón claro con zapatos estridentes, de color negro brilloso. Se quedaba mirando un pedazo de cielo de color sumamente negro, con unos cuantos puntitos, la luna no la veía, el edificio verde del frente lo tapa. Tenia una copa, se acercaron otros dos gatos mas, también con ropa majestuosa. Uno tiene una copa con vino, el otro guardaba sus manos en los bolsillos. Los tres gatos tienen las patas sucias, aunque no se vea, uno lo puede percibir. Si uno puede tratar de ayudar a otras personas por medio de sus sentimientos porque no se puede ver las patas mugrientas de esos gatos aunque lo tape sus zapatos, brillando en la suciedad. Se les ven los billetes flotando en su retina, saliendo por sus bolsillos, por sus orificios táctiles. Una mujer esbelta, blanca, con pelo negro y cara de ángel raptado, sirve una copa al gato que permanece con las manos en los bolsillos, en su espalda, por la cintura, un bulto empieza a moverse, saca su cola, mide unos 50 centímetros, agarro la copa por la línea de vidrio que une la campana y el apoyo, lo toma de un sorbo, lo devolvió a la mujer, Adentro de la casa se escucha los niños jugar, reír, llorar, suplicar, ronronear, lamerse los pelos caídos por la edad, por la enfermedad. No se los ve, pero parece que están en una especie de orgía gatuna, con sus misterios, agarrado ante sus ojos verdes, sus plumas entre los dientes. Los tres gatos siguen charlando, en el patio, charlan sobre sus autos, sus millones de acciones, sus círculos empresariales, sobre sus fabricas de ilusiones, de sus esclavos que limpian sus zapatos, de como limpia el culo de sus hijos con sus manos, mientras estos saborea sus dólares con sus narices recién operadas. Un virus les recorre la cara, como la leche, delfines saltando en círculos en llamas, bailando como momias, esqueletos suizos con carteles de la tercera guerra mundial sostenido con dedos en maquinas negras, creadores de productos sin finalizar, con carne negra y circuitos vencidos. Una paloma vuela sobre sus pequeñas cabezas, sostiene algo en su patas enredadas, lo suelta y cae como una pluma en un ambiente sin viento, mientras cae su sombra devora algunas estrellas, deben ser algo muy importante para poder hacer eso, algunos se les resbala de las manos, que penas por ellos, pero otros los toma desde sus ojos, saborea su alma y se tiñe en sus cuerpos en la sedosa cama, siendo místicamente uno solo, aunque el sol destelle con sus dos caras y se hunda en sus cuerpos, en sus sustancias activas, igualmente como algunas estrellas. Cayo en la tierra, en el césped verde, Unos de los gatos se acerca, saca sus manos de los bolsillos y lo agarra, lo mira, no puede reconocer que mierda sostiene en su mano, ni la mugre verde puede sostener ese objeto. Retraído, maravilloso, gracioso. El objeto va cayendo, traspasa líquidamente la mano del gato, cae al suelo por segunda vez, en forma de gotas, como un lápiz labial color frutilla, se hunde en el césped, se ahoga en la tierra. El gato recuerda los pactos con el diablo, fueron varios, pero ni el mismo Lucifer puede vencer el ingenio del gato, ni ganar las vanidades del gato. Sus garras son firmes para sostener el suelo, el gato le regalo trece empresas a Lucifer, para que se ate las manos y cierre la boca con ganchos, polvoriento como la leucemia. La ultima gota se disuelve en la tierra, el gato se para, vuelve a poner las manos en los bolsillos pero la retira rápidamente, saca un papel metálico, con unas de sus uñas hueca toma un poco de polvo blanco que contiene el papel. Lo lame, lo pasa por sus encías oscuras: "Fino papel picado" exclama el gato con una gran sonrisa, vuelve con los otros dos gatos, les muestra el fino papel picado, otra vez aparece la mujer con piel blanca, trae un recipiente liso, como el agua, vuelca el papel fino en el recipiente, la mujer con un cartón dorado empieza a cortar, hace dos largas líneas, uno de los gatos sostiene la recipiente, otro saca un billete de 100 dólares, lo enrolla se lo pasa a la mujer. La mujer pone un extremo del billete en un orificio de su nariz, con un dedo tapa el otro orificio, succiona como una aspiradora vieja, tan vieja que el polvo sale por los poros de la piel. Hace lo mismo con el otro orificio de la nariz, "sniff, sniff, sniff" sonríe, sus dientes sos blancos, transparente. Toma el recipiente y se retira, los gatos siguen hablando, retorciéndose en espasmos neurológicos, grave, volcando sus bebidas al suelo, pequeñas gotas, hundiéndose en la tierra como todos los objeto caído del cielo.
-¿Primavera?-. Se saborea con la visión, definitivamente somos hecho de barro.

jueves, 3 de septiembre de 2009

HAN VENDIDO EL SUELO BAJO LOS PIES DE LOS QUE NUNCA NACERÁN
Siento las nubes caer,
la tormenta estallando en mi cabeza,
rebotando y desvanecen en sus labio color frutilla,
volviéndose arena,
deslizando en su cuerpo.
Y un sol artificial rodea el mundo iluminando
un jardín de flores blancas en un perfume místico,
infinito.